Este librillo comenzó su andadura hace ya bastante más de una década. Casi hasta dos. Tuvo sus lectores y tuvo también, como corresponde, variada colección de contradictores, unos más amables que otros. Poco se dijo en contra de las máximas y consejos concretos, como si fuesen cosa de poca importancia el tener o no tener enemigos, optar por la popularidad o por la astucia, tener muchas o pocas leyes, más suaves o más exigentes. O como si se tuviese por demostrada la verdad de lo que yo decía, que también podría ser. Fuese por un motivo o por otro, se censuró sobre todo el propósito general y como quien dice el ánimo con que estaba compuesto el libro. Y de varias formas se dijo que era poco decoroso: como para no dejarlo al alcance de los niños o de la servidumbre.