Trató de ser razonable y le rogó que dejase de asustar sus clientes y tomar su sangre, pero lo mosquito seguía riendo y sin hacerle caso. Así que, como no había nadie en la taberna para proteger lo mosquito, él lo cogió en una bolsa y lo llevó para lejo de la aldea.
Nadie nunca más vio lo mosquito, pero los rumores, iniciados por el dueño de la taberna, dijo que una vaca lo pisó accidentalmente.