En el ocaso de su vida, se le preguntó a Picasso acerca de la diferencia entre el arte y el erotismo, y tras un momento de reflexión, su respuesta fue: “Pero si son la misma cosa”. Mientras otros advertían acerca del erotismo, Picasso nos prevenía acerca de la experiencia del arte: “El arte no es casto, habría que prohibirlo a los ignorantes inocentes, jamás ponerlo en contacto con quienes están insuficientemente preparados. Sí, el arte es peligroso. O si es casto, no es arte”.
El término “Arte Erótico” se ha enturbiado por el miasma de una terminología ambigua. Arte y pornografía, sensualidad y sexualidad, obscenidad y moralidad se entremezclan a tal grado que parece casi imposible alcanzar una definición objetiva. Esta situación no es poco común en la historia del arte. ¿Cómo es posible hablar de arte erótico?