Durante la Operación Plomo Fundido, Israel «lo destruyó o estropeó todo a su paso», incluidas 280 escuelas y jardines de infancia, 1.500 fábricas y talleres, plantas eléctricas y de tratamiento de aguas, 190 complejos de invernaderos, un 80 por 100 de las cosechas agrícolas y casi un quinto de la tierra cultivada. Acabaron a ras de suelo barrios enteros y, cuando se retiraron los israelíes, dejaron atrás unas 600.000 toneladas de escombros. Más de dos años después, la única sanción impuesta en Israel por destrucción ilegal de la propiedad ha sido una medida disciplinaria aislada impuesta a un soldado