Al escribir esto en primera persona me expongo a toda suerte de comentarios, que no provocaría «ella se ha preguntado si el hombre con el que estaba hablando era ese». La tercera persona, él/ella, es siempre el otro, que puede actuar como quiera. «Yo» es «yo, lector», y es imposible —o inadmisible— que lea el horóscopo y me comporte como una niña ingenua. «Yo» avergüenza al lector.)