TRAGEDIA DE LA NIÑOS.— No es raro, sino muy frecuente, que los hombres de tendencias nobles y levantadas tengan que librar las batallas más rudas durante su niñez, ya porque hayan de sostener su modo de pensar contra sus padres, de estrechas miras y aficionados a la apariencia y a la mentira, o bien, como los lord Byron, porque debían vivir en lucha eterna y continua con una madre colérica y pueril. Cuando se ha pasado por semejante prueba, nadie se atormentará en indagar, durante su vida, quién ha sido el enemigo más real y más peligroso que haya podido tener.