Por deleite: semejable es, como seáis en edad dispuestos para todo linaje de placer, en que más los mozos que los viejos se juntan, así como para jugar, para vestir, para burlar, para comer y beber, para negociar amores, juntos de compañía. ¡Oh si quisieses, Pármeno, qué vida gozaríamos! Sempronio ama a Elicia, prima de Areúsa.
PÁRMENO.- ¿De Areúsa?
CELESTINA.- De Areúsa.
PÁRMENO.- ¿De Areúsa, hija de Eliso?
CELESTINA.- De Areúsa, hija de Eliso.
PÁRMENO.- ¿Cierto?
CELESTINA.- Cierto.
PÁRMENO.- Maravillosa cosa es.
CELESTINA.- ¿Pero bien te parece?
PÁRMENO.- No cosa mejor.
CELESTINA.- Pues tu buena dicha quiere, aquí está quién te la dará.
PÁRMENO.- Mi fe, madre, no creo a nadie.
CELESTINA.- Extremo es creer a todos y yerro no creer a ninguno.
PÁRMENO.- Digo que te creo; pero no me atrevo: déjame.
CELESTINA.- ¡Oh mezquino! De enfermo corazón es no poder sufrir el bien. Da Dios habas a quien no tiene quijadas. ¡Oh simple! Dirás que a donde hay mayor entendimiento hay menor fortuna y donde más discreción allí es menor la fortuna. Dichos son.
PÁRMENO.- ¡Oh Celestina! Oído he a mis mayores que un ejemplo de lujuria o avaricia mucho mal hace y que con aquellos debe hombre conversar, que le hagan mejor y aquellos dejar a quien él mejores piensa hacer. Y Sempronio, en su ejemplo, no me hará mejor ni yo a él sanaré su vicio. Y puesto que yo a lo que dices me incline, sólo yo querría saberlo: porque a lo menos por el ejemplo fuese oculto el pecado. Y, si hombre vencido del deleite va contra la virtud, no se atreva a la honestidad.
CELESTINA.- Sin prudencia hablas, que de ninguna cosa es alegre posesión sin compañía.