En 2012, Rusia producía 37 millones de toneladas y, en 2022, 80 millones, más del doble en diez años. Esta flexibilidad tiene mucho sentido si se compara con la flexibilidad negativa de la Norteamérica neoliberal. En 1980, cuando Reagan llegó al poder, la producción de trigo estadounidense era de 65 millones de toneladas. En 2022, había descendido a sólo 47 millones.