Anorexia y bulimia son dos palabras que ni a Marta ni a sus padres les resultan muy habituales. A Marta porque vive más pendiente de descubrir el amor y el sexo con Ricky, ir al cine con Claudia o reírse con sus hermanos gemelos. A sus padres porque les perturba el fantasma del paro. Sin embargo, en poco tiempo la situación da un vuelco y Marta tiene que ingresar en un hospital con anorexia nerviosa. Un testimonio impresionante de una enfermedad dramática y poco conocida, escrito con sencillez y autenticidad.