Un gran amor, cruel y sin ternura, un amor que no perdona. Esta es la historia de una pareja a la que rasgan los celos. De tono muy particular donde el autor se revela como un hombre dolorido, atormentado y, por allí, difiere del personaje erudito y escéptico que se acostumbraba al público. Para Teresa como para Dechartre «el amor es el más insociable, el más salvaje de las pasiones». Pasión que France situó en primer lugar en Florencia – el lirio florentino – luego en París, en un marco mundano, ahora evocador de un medio y de un tiempo, como el de Proust bajo otro alumbrado. Si «La azucena roja» (1894) guardó su forma insatisfecha, lo debe seguramente a que es el reflejo de un amor vivido, el que ha vinculado numerosos años a Anatole France con su amiga, la Sra. de Caillavet.