Querida madre:
Perdóname por no haberte escrito antes. Si supieras por todo lo que he pasado… Pero no quiero preocuparte. Estoy bien. Pero una cosa es que el cuerpo esté sano y otra el dolor del corazón por tenerte tan lejos. No hay un solo día en el que no piense en ti y me pregunte cómo estarás, si cuentas con buena salud y sobre todo si me habrás perdonado por haberme marchado sin decir adiós.
Algún día, madre, nos volveremos a encontrar y cuando te cuente, entonces lo comprenderás.
No puedo decirte dónde estoy porque así no te pongo en ningún compromiso. Sólo que estoy lejos, muy lejos, demasiado lejos de España, y que no sabes cuánto deseo regresar. Pero habré de esperar a que termine la guerra en Europa y luego ver qué pasa en nuestro país. Hay quienes quieren creer que si ganan los Aliados las cosas cambiarán en España. Yo no me hago ilusiones, madre, pero ojalá acierten quienes así lo creen.
Trabajo, madre, tengo un buen trabajo y creo que padre se sentiría orgulloso de mí, puesto que me gano la vida honradamente.
Y tú, madre, ¿cómo estás? ¿Sigues trabajando para la familia de doña Hortensia y don Luis? Espero que hayas podido encontrar otro trabajo. No es que servir sea ningún desdoro, pero me duele el corazón al pensar que tengas que hacerlo.
Aquí donde estoy no llegan muchas noticias de España, de manera que desconozco si las cosas han mejorado.