La caída de la autoridad paterna es un fenómeno esencial de nuestra cultura contemporánea, tanto en su sentido simbólico (el padre como encarnación de la ley) como en la configuración de las relaciones familiares, en la que el padre actual tiende a jugar un rol amistoso y cómplice, en el extremo opuesto del padre autoritario de épocas no tan lejanas. Recalcati opone al freudiano complejo de Edipo –el del hijo que (simbólicamente) quiere matar al padre para yacer con la madre y ocupar el trono– el complejo de Telémaco, el hijo de Ulises que, en la Odisea homérica, espera el regreso del padre para que vuelva a yacer con su madre y a imponer el orden y la ley en la polis. El padre débil ha dejado vacío el lugar de quien encarna la «ley de la palabra», el principio de autoridad que regía en la cultura, la economía, la educación. Recalcati no propone en modo alguno restaurar la figura del padre-patrón; al contrario, cree que su imperio se ha eclipsado para siempre. Pero, precisamente por eso, se interroga acerca de los efectos de ese cambio de régimen y de cómo se reconfiguran la sociedad y la cultura contemporáneas. La abulia, la depresión, la búsqueda ciega de la satisfacción, la tolerancia frente al delito como vía de enriquecimiento y el desprestigio del esfuerzo y del trabajo forman parte de esas consecuencias. Así como la hipertrofia de un yo extraviado –Narciso, otra figura principal del teatro freudiano– ante la falta de modelos sólidos, de verdaderos «ejemplos» a seguir. La desaparición (y la nostalgia) de un Dios padre, que la filosofía empieza a poner de manifiesto con Nietzsche, es el correlato intelectual de esta progresiva decadencia de las figuras de autoridad que, en el ámbito político, se eclipsan definitivamente tras la caída del último de los grandes regímenes totalitarios, el comunista soviético. Recalcati parte de su sólida formación psicoanalítica para abordar este nuevo «malestar en la cultura», sin ocultar sus referencias freudianas y lacanianas, pero sin ampararse nunca en un léxico cifrado ni hermético. Nos brinda un libro escrito desde la conciencia de que el lector contemporáneo necesita un discurso claro y expeditivo: va al grano, sin arborescencias ni citas lujosas. Por eso se lee con la agilidad de una novela, aunque tiene el calado de los grandes pensadores.