Mi madre me había dicho que quedarme con Will hasta el final afectaría al resto de mi vida, y yo creí que se refería a algo psicológico. Pensaba que se refería al sentimiento de culpa que tendría que aprender a superar, el dolor, el insomnio, los extraños e inadecuados arranques de rabia, el constante diálogo interno con alguien que ni siquiera estaba ahí. Pero ahora veía que no era solo cosa mía: en la era digital, sería esa persona para siempre. Aunque consiguiera borrarlo todo de mi memoria, nunca me dejarían desvincularme de la muerte de Will. Mi nombre estaría ligado al suyo mientras hubiera píxeles y una pantalla. La gente me juzgaría basándose en la información más superficial —a veces sin información en absoluto— y no había nada que yo pudiera hacer al respecto.