Los cambios de ubicación, por su parte, ocasionan dificultades de formar apego seguro, así como problemas emocionales y conductuales (Fernández y Jung-Sook, 2013). Los cambios de lugares de acogida dificultan el mantenimiento de las relaciones y además el niño debe aprender nuevos valores y reglas familiares, así como acostumbrarse a nuevos entornos físicos y sociales. La inestabilidad tiene consecuencias a nivel de la autoestima, problemas de conducta, logros educativos, delincuencia, disrupción de la red social y uso de drogas. Con los años los niños hablan de pérdida, soledad y falta de sentimiento de pertenencia (Holtan y cols., 2013)