Este libro analiza la transformación del campo del control del crimen en las ciudades latinoamericanas contemporáneas. A partir de la experiencia colombiana, se muestra cómo las “viejas costumbres” latinoamericanas de gobierno del crimen, ligadas a la fuerza, la represión y el uso del aparato penal, se fortalecieron. Asimismo, se enseña cómo surgieron “nuevas costumbres” centradas en la prevención estatal, privada e individual del crimen. Las viejas y nuevas estrategias se articularon alrededor del parque como expresión fundamental del espacio público. Esto permitió que se organizaran medidas de gobierno que, aunque parecen menos punitivas, tienen una extensión e impacto mucho mayor en la vida cotidiana, pues limitan derechos constitucionales y condicionan los comportamientos diarios de los individuos.