Cuando todo se quedó en silencio, me fui a la azotea, frente al mar. A fumar, con un café. Estaba agotado. Mi búsqueda del equilibrio siempre se desequilibraba. Yo sólo aspiraba a la paz interior. Tuve intención de leer un poco de Zen. A Way of Life. Pero era en vano. Lo leía y nunca sedimentaba nada. Por allí encontré un cuaderno de notas de Pedrojoán. Últimamente leía muchos libros a la vez. El cuaderno estaba repleto de citas extraídas, supongo, de todos aquellos libros de Hermann Hesse, García Márquez, Grace Paley, SaintExupéry, Bukowski y Thor Heyerdhal. Buena mezcla. En un muchacho de quince años esa combinación, más el rock, pueden lograr que no se aburra y que viva bien atormentado. Lo cual es bueno. Creo yo. Lo importante es no aburrirse.