Desde sus lejanos orígenes en el romanticismo, el relativismo lingüístico (que sostiene la hipótesis de que la lengua determina u orienta el pensamiento) se ha convertido en una de las mayores usinas de mitos urbanos y malentendidos de la antropología. Entre las leyendas más consolidadas se encuentra el rumor que asevera que los esquimales poseen cientos de palabras para nombrar la nieve o el que sostiene que los Hopi no tienen un concepto del tiempo semejante al nuestro.
En un contexto en el que las antropologías universalistas todavía no han logrado articular un argumento que contemple la profunda diversidad del lenguaje, este libro narra la historia del relativismo desde sus orígenes hasta nuestros días y plantea una crítica radical de un movimiento que también ha sabido justificar buena parte de los nacionalismos y etnocentrismos del último siglo, desde las ideologías culturales del Tercer Reich hasta los recientes movimientos contrarios a la idea de la unidad radical del pensamiento humano.