A principios del siglo XX, Nellie Melba fue la principal destinataria de los brindis en todas las mansiones aristocráticas de Londres. Pero, a fin de cuentas, la Melba era una simple artista y nunca se encontraba en igualdad de condiciones con sus anfitriones, un hecho dolorosamente atestiguado por las frecuentes menciones de determinados nombres que aparecen en su biografía