- Ahora -dijo Artagnan-, es menester cortar los cabellos para que no nos insulte el populacho. Puesto que dejamos de ser caballeros por la espalda, seamos puritanos por el pelo. No ignoráis que es el punto más importante de cuantos distinguen a un covenantario de un caballero.
Mucho se resistió Aramis a esta proposición: quería conservar a todo trance sus cabellos que eran muy lindos, y que cuidaba con especial esmero, y fue preciso que Athos, a quien eran indiferentes todas estas cuestiones, le diese el ejemplo.