En su versión beta pública se registraron más de veinticinco mil personas y los creadores vendieron el juego a la ya extinta 3DO Company por cinco millones de dólares en acciones. Meridian 59 creó escuela, pero no tuvo tanto éxito como sus sucesores. En 2001, 3DO Company sufrió problemas económicos y revendió los derechos a dos de los desarrolladores de la casa. Estos lo mantuvieron comercialmente hasta 2009, pero siempre tuvo un público muy limitado.
Hoy, dos décadas después del lanzamiento de Meridian 59, las calles de Barloque están tranquilas, sus adoquines pulidos y alisados por poco más que una brisa digital. Es raro que veinte personas de cualquier lugar del mundo se encuentren en línea al mismo tiempo. Los jugadores fueron abandonando los servidores de Meridian 59 con cada lanzamiento de un nuevo MMOG, como World of Warcraft (juego que, en su época de mayor popularidad, contaba con más de doce millones de habitantes); un éxodo alentado, como ocurre con tantas migraciones, por la promesa de una vida más interesante, con mayores oportunidades: con nuevas clases de monstruos contra los que combatir, tal vez, o con espadas más grandes y conjuros más auténticos. La sensación de pertenencia a un grupo es lo que hace que la gente permanezca en un lugar, pero si el resto del grupo se marcha, esa sensación desaparece con ellos y ya no hay motivo para quedarse.
Sin embargo, todavía queda en Meridian 59 un puñado de residentes leales. Personas que creen haber invertido demasiado en aquel mundo para abandonarlo y, en su