Esta novela aborda la relación de una hija con su madre y las formas de vivir la enfermedad y la muerte en Chile a principios del siglo XXI: «A mi mamá no le gustaba vomitar y mientras estuvo sana casi nunca lo hizo. Pero en los últimos meses de la enfermedad terminó por acostumbrarse». A través de capítulos breves, asistimos a diferentes escenas íntimas que develan una historia personal y común: «En mi casa crecimos escuchando la Radio Umbral, cantábamos Quilapayún al cocinar y sonaba Inti-Illimani a la hora de almuerzo. Me contaron que cuando ganó el No, mi mamá lloró de alegría y partió al almacén a comprar vienesas, tomate, palta y hasta chucrut, para celebrar con completos». La novela transcurre en una atmósfera donde prima el silencio y la omisión ante las preguntas de una niña que debe crecer de golpe; la narradora describe los cambios corporales de la madre a raíz del cáncer, la vida en espacios hospitalarios, experiencias de clase en una clínica privada y las despedidas: el tópico de la orfandad desde la óptica particular de una narradora cuya vida es influida por la temprana ausencia materna.