Soy consciente de lo que pasa. Restalla en mí como un latigazo en la cara la necesidad de dejar todo atrás, de abandonarlo y centrarme en mi vida real, la vida que puedo tocar con las yemas de los dedos, las personas que me rodean. Me digo: «Se acabó». Borro mis cuentas de todas partes, desaparezco sin decir nada, adiós Instagram, adiós Twitter, adiós Messenger de Facebook. Aguanto un día, dos, tres si me esfuerzo. Luego me gotea por la espalda el miedo de estar perdiéndome algo. No sé qué en concreto. La Conversación. Miedo a no estar enterándome de lo que pasa en el mundo. Las vuelvo a abrir... Es un círculo infernal.