La poesía como la filosofía provoca cuestionar la realidad, cuestionarnos a nosotros mismos, ¿cómo nos percibimos?, ¿qué percibimos?, ¿qué olvidamos? La poesía de Salaverry se pregunta y responde por el cuerpo, por esa masa de materia carnosa la cual nos deleita con sus sulfurantes sensaciones. Las palabras de la poeta son cuerpo palpable, libertad de decisión para acariciarlo lentamente o desgarrarlo con violencia - yo prefiero lo primero- pues nos ofrece su carne para descubrirla con una kinestésica mirada.