el lazo entre el mundo prehispánico y las poblaciones rurales y no hispanófonas, llamadas “indígenas”, es resultado del proceso mismo de formación del Estado y de la nación, operación clave del régimen posrevolucionario que busca integrar los sectores marginados socialmente al situarlos en los “márgenes de la historia”, en el lejano pasado de los orígenes. Pero al hacerlo —se trata del otro aspecto de la tesis que defiendo— se creó un espacio simbólico en el que las poblaciones designadas como “diferentes” pudieron existir socialmente sin renunciar a su pertenencia nacional. Veremos, pues, que el cambio que se efectúa en cuanto a los orígenes de Milpa Alta sirve, de hecho, para ratificar sus problemáticas locales sin poner en duda su autenticidad y dándoles un lugar en lo que C. Lomnitz llama la topografía simbólica de la nación.