Este gran ensayo que publican el Conaculta y el FCE es el último libro que escribió Carlos Monsiváis (1938–2010) y representa la suma de sus trabajos y reflexiones. Su tema: las semejanzas culturales que nos permiten hablar de Latinoamérica como una idea compartida. En nuestras sociedades, el rasgo que menos ha variado y más ha viajado a lo largo de las décadas es la desigualdad. Esta desigualdad, tristemente, nos iguala. En estas apasionadas páginas finales, Monsiváis es fiel a una consigna de su juventud: ser realistas, intentar lo imposible, y lo consigue en esta vasta crónica cultural de los últimos dos siglos latinoamericanos y sus señas de identidad.
Para interpretar a las sociedades latinoamericanas, Monsiváis habla de esencias viajeras, rasgos que señalan el nomadismo de las creencias, las tradiciones, las convicciones. Porque si lo esencial de las sociedades no viaja, desaparece; si las sociedades no luchan por su independencia, se inmovilizan.
“No esperes sino veneno de las aguas estancadas.” Monsiváis, el más agudo cronista de la vida mexicana en la segunda parte del siglo XX y la primera década del XXI, encuentra en esta frase de William Blake una vía para analizar la independencia y la autonomía latinoamericanas («términos indefinidos e indefinibles”) en un mundo interrelacionado por la globalización. El resultado es un mosaico de nuestras semejanzas en que el autor reincide en sus temas predilectos: la literatura, el laicismo, el cine, la izquierda, las ciudades, los nacionalismos, el humanismo, la diversidad sexual y la secularización, entre otros. Latinoamérica vista a través de los ojos de Monsiváis, y viceversa.