No dejemos que nuestra oración salte de una parte a otra como un saltamontes: saltamos a otro asunto antes de haber completado la oración por el primero, y antes de completar la oración por el segundo, nos encontramos que hemos vuelto otra vez al primero. Esta oración hecha a saltos no elimina la carga, y por tanto, es difícil obtener la respuesta de Dios. Una oración así es poco útil y no desempeña el ministerio de la oración.