Esta investigación de Renata Moreno Quintero, rigurosamente documentada, examina las fuerzas sociales, tendencias económicas, ideologías y actores comprometidos con las ejecutorias que diezmaron en el Valle geográfico del río Cauca las coberturas arbóreas del bosque seco tropical, los humedales y culturas anfibias asociadas. Si bien durante la primera mitad del siglo XX se intensificaron las intervenciones que desde la colonia habían transformado el paisaje natural del Valle para establecer grandes haciendas, fue en la segunda mitad cuando la masiva deforestación y el drenaje llevaron a humedales y coberturas boscosas hasta los límites de su extinción. Hacia mediados de los años cincuenta los bosques todavía cubrían el 6% del valle geográfico, quedando reducidos al 1% de la cobertura original que sobrevive actualmente en parches dispersos a lo largo del valle geográfico y el piedemonte de las dos cordilleras. Por su parte, los humedales no tuvieron mejor suerte: de 15.286 hectáreas que existían en 1950 hoy solo se registran 2.844.
En la raíz profunda de este ecocidio milita la visión entronizada por la “llanura” del pensamiento que sustituye la exuberante diversidad vegetal del bosque seco por una planicie monocultural y que representa a los humedales como pantanos insalubres y obstáculos al “desarrollo”. Esta visión materializa resistencias epistemológicas que impiden reconocer a los meandros, madreviejas y ciénagas, entre otros humedales, como componentes del sistema hídrico conformado por arroyos, quebradas y ríos. De contera se desconoce tanto su productividad primaria como sus servicios ambientales para el control de inundaciones, el abastecimiento de agua, la recarga de acuíferos, la filtración de agua y de hábitat para la fauna silvestre.