A mediados del siglo xvi, en 1540, llega a la zona oriental de la Isla, a más 850 kilómetros de La Habana, el primer germano, procedente de Venezuela. Era el señor Johann Tetzel (o Tezel), agente de una casa bancaria propiedad de la familia Weklzser (o Welser o Welsers), con el objetivo de incursionar en la explotación de las minas de cobre existentes, en aquella época, en las cercanías de la actual Santiago de Cuba. Durante el año 1840 y décadas después tiene lugar un explosivo auge en la conversión de pequeños talleres o chinchales familiares que producían artesanalmente el tabaco torcido cubano en industrias de respetables instalaciones. Se fundan ya como fabricas y marcas propiamente dichas, muchas de las cuales, incluso, han llegado hasta nuestros días.