—¡Es un niño! —exclama el chico, emocionado. Ya sabía eso, pero disfruto de su sorpresa como si lo fuera para mí también.
—Un niño sano —me informa el doctor—. ¿Cómo se llamará?
—¿Cómo te llamas? —pregunto a aquel chico mientras veo cómo la enfermera me acerca a una cosita pequeña con restos de sangre y un llanto potente.