Comprenda que, si bien la audacia no es natural, tampoco lo es la timidez. Esta no es sino un hábito adquirido, adoptado a partir de un deseo de evitar conflictos. Si la timidez lo domina, extírpela. Sus temores a las consecuencias de un acto audaz no guardan proporción con la realidad, y de hecho las consecuencias de la timidez son mucho peores. Su valor se reduce y usted crea un círculo vicioso de duda y desastre.