A veces, quienes caminan de prisa podrán llegar antes, pero los papeles vuelan por todas partes, aparecen nuevos peligros y los apresurados se encuentran en un constante estado de crisis, obligados a solucionar problemas que ellos mismos han creado. En ocasiones conviene no actuar frente al peligro, sino esperar y aminorar el ritmo en forma deliberada. A medida que transcurra, el tiempo irá presentado oportunidades que uno ni siquiera imaginaba.