Una historia brutal. Nos muestra cómo los abusos sexuales a menores son muchas veces perpetuados por los familiares más cercanos y el hecho de que esto dificulte la denuncia de estos delitos por parte de las víctimas, ya que se tienen que enfrentar a la desmoralizante incredulidad de la familia, al rechazo de la comunidad debido a que el agresor es una persona con estatus y a la revictimización por parte de las autoridades judiciales. Sin duda tienen que leerlo.
Es poco, y a la vez, necesario el lenguaje para entender y para reivindicar desde lo primordial la existencia.
Cada vez que hago una admisión, me pregunto si esa mujer que tengo delante me va a contar un abuso sexual infantil o que sufre de violencia de género. Cuando como profesional te es más fácil registrar quien no fue abusada o violentada porque son las menos. Éste libro es como revivir sesiones enteras. Porque una vez el patriarcado que genera violadores se caiga. Y recordemos que no están enfermos, eligen violar, matar, dañar.