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Victor Hugo

Los miserables

  • José Luis Silva Estradahas quotedyesterday
    La vulgaridad es un viejo Narciso que se adora a sí mismo y que aplaude lo vulgar.
  • José Luis Silva Estradahas quoted4 days ago
    –El infinito es. Está ahí. Si el infinito no tuviera un yo, el yo sería su límite, y no sería infinito. En otros términos, no sería.Ahora bien, es. Por tanto, tiene un yo. Ese yo del infinito es Dios.
  • José Luis Silva Estradahas quoted5 days ago
    No basta con destruir los abusos; hay que modificar las costumbres.
  • José Luis Silva Estradahas quoted5 days ago
    El desmoronamiento de los errores y de los prejuicios da paso a la luz.
  • José Luis Silva Estradahas quoted5 days ago
    –No temamos jamás a los ladrones ni a los asesinos. Esos peligros son los peligros de fuera, pequeños peligros.Temámonos a nosotros mismos. Los prejuicios, ésos son los ladrones; los vicios, ahí tenéis a los asesinos. Los grandes peligros están en nuestro interior. ¡Poco importa lo que amenaza nuestra cabeza o nuestro bolsillo! No pensemos sino en lo que amenaza nuestra alma.
  • José Luis Silva Estradahas quoted6 days ago
    –Anchas espaldas tiene la muerte. ¡Qué admirable carga de títulos se le hace llevar alegremente y qué talento hay que tener para hacer de una tumba un monumento a la vanidad!
  • juan diego esquivias padillahas quotedlast year
    Estamos convencidos de que si se pudieran ver las almas con los ojos, se vería claramente esa cosa extraña que cada individuo de la especie humana tiene y que corresponde a alguna de las demás especies del mundo animal; y se podría reconocer fácilmente esa verdad, apenas entrevista por los pensadores, que dice que, desde la ostra hasta el águila, desde el cerdo hasta el tigre, todos los animales están presentes en el hombre y cada hombre lleva dentro uno de ellos.A veces, incluso varios a la vez.
    Los animales no son más que las imágenes errantes de nuestras virtudes y nuestros vicios, los fantasmas visibles de nuestras almas.
  • juan diego esquivias padillahas quotedlast year
    Un día vio que unos paisanos estaban arrancando ortigas. Miró aquel montón de plantas desraizadas y secas, y les dijo:
    –Están muertas. Sería muy bueno saber utilizarlas. Cuando la ortiga es joven, la hoja es una excelente verdura; cuando envejece, tiene unos filamentos y unas fibras como las del lino y el cáñamo. La tela de ortiga es tan buena como la de cáñamo. Picada, la ortiga va muy bien con aves; molida, es muy buena para los animales con cuernos. El grano de la ortiga mezclado con el forraje da brillo a la piel de los animales; la raíz, mezclada con sal, produce un bello color amarillo. Por lo demás, es un heno excelente que se puede cortar dos veces. ¿Y qué necesita la ortiga? Poca tierra, ningún cuidado, ningún cultivo. Lo único es que el grano cae a medida que va madurando y su recolección es difícil. Eso es todo. Con un poco de trabajo que se tomara, la ortiga sería útil; se la desprecia, se la considera perjudicial. Entonces la matamos. ¿Cuántos hombres se parecen a la ortiga?
    Después de un silencio añadió:
    –Amigos míos, no olvidéis esto: no hay ni malas hierbas ni malos hombres. Sólo hay malos labradores.
  • juan diego esquivias padillahas quotedlast year
    Como la Thénardier era mala con Cosette, también lo fueron Éponine y Azelma. Los niños, a esta edad, no son más que copias de la madre. El formato es más pequeño, eso es todo.
  • juan diego esquivias padillahas quotedlast year
    el domingo la fatiga no trabaja.
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