Por su amor a la naturaleza, Plinio conecta fácilmente con la sensibilidad del lector actual.
Los libros XII-XVI de la Historia natural tratan de botánica –que, junto con la zoología del volumen anterior, constituye el verdadero núcleo de toda la obra–. Plinio orienta su tratamiento hacia la medicina y los remedios salutíferos, como es propio de la tendencia práctica dominante en las producciones científicas de los romanos. Además, a Plinio le interesa destacar en qué momento se introduce el cultivo de los árboles en Roma, especialmente el de los frutales; cuándo comienzan a llegar productos de lujo importados de tierras lejanas, como el azúcar o la pimienta; cuál es la utilidad de los árboles en la alimentación o en diferentes industrias, desde la perfumería hasta la elaboración del papiro para la escritura, y qué función institucional desempeñan en la vida social, política y religiosa de Roma. El punto de vista que adopta Plinio es el del naturalista capaz de citar todas las variedades conocidas de cada especie, pero también el de un espíritu inquieto atento a subrayar todos los detalles culturales, históricos e incluso fabulosos que acompañan la llegada del árbol a Roma.