Kaspar Hauser. Ejemplo de un crimen contra la vida interior de un hombre es el más fiable de los trabajos sobre el tema. Naturalmente, un caso como el de Kaspar incendió la imaginación del público hasta límites cósmicos (al modo del hombre elefante, con constantes visitas de curiosos, incluso una agresión), y no tardaron en emerger las más descabelladas leyendas y teorías sobre el niño (se decía que era hijo ilegítimo de la familia real, o de Napoleón Bonaparte). Su historia sigue fascinando por dos razones. La primera, y quizás más pedestre, es que el caso jamás se resolvió…
Kiko Amat
Su muerte fue, como en toda buena historia, su entrada en la leyenda: poetas, novelistas, pedagogos, filósofos y luego cineastas, compositores, coreógrafos, han buscado en «el enigma de Kaspar Hauser» (como la película de Werner Herzog de 1974) una clave de algo que siempre parece escaparse: si en su tiempo Kaspar pareció un experimento viviente ligado a los debates sobre la relación entre naturaleza y cultura, sobre lo innato y lo adquirido y sobre la conformación de «la vida interior del hombre», hoy, casi doscientos años más tarde, su peripecia resiste porfiadamente al olvido: como escribió Jorge Teillier en 1976, «los miosotis nos recuerdan que El Hombre Negro / dio muerte al Huérfano de Europa».
Carlos Maldonado