Esta obra es parte importante del esfuerzo del autor por generalizar y actualizar el pensamiento de Kant, adaptarlo a la tradición mítica, el lenguaje, la cultura y la modernidad, y replantear algunas de sus ideas centrales. Si Kant cree que una serie de principios organizadores, o categorías, organizan los datos que proporcionan nuestros sentidos, Cassirer adopta esa premisa y la adapta a un rico conjunto cultural: para él son los símbolos y el pensamiento simbólico los que constituyen la esencia de los seres humanos. Los símbolos dan forma a nuestra actividad mental, tanto en los mitos como en el lenguaje, el arte, la poesía, las ciencias de la naturaleza y las ciencias exactas.