Con sus miradas fijas derrumbaron el delgado muro que los había separado. Vencieron los recuerdos amargos y las pérdidas que los tenían prisioneros del pasado, donde habían aprendido a dudar de que hubiera futuro para él, para ella. Con cada paso, con cada vuelta de rueda, habían vencido bombas, frío, hambre y mundo.