Así que estamos bien? —pregunta, saliendo a tomar aire. Quiero asentir, pero lo olvido cuando se inclina para otro beso, tan profundo como el anterior. Luego recuerda su pregunta y repite—: ¿Sadie? ¿Estamos bien?
Cierro los ojos y muerdo su labio inferior. Es suave y regordete, y recuerdo la forma paciente en que trabajó entre mis piernas. Recuerdo correrme una y otra vez, el placer era tan fuerte que no podía comprenderlo
—Sadie.