Los niños pueden ser ingeniosos, pero no es usual que un adulto esté en condición de percibir ese ingenio. Ahí donde un padre, una madre o una maestra cree ver una gema, en verdad está depositando su prejuicio. Una frase fresca, en boca de una criatura, cobra la forma de un concepto nudoso y fermentado en la cabeza de un adulto loco por legitimarse.