Quisiera quedarme quieta

Qué difícil es estar con alguien por tantos años. Hay algo que se va y no regresa.

Los sueños tienen una propiedad inasible. Son de la materia de la que imagino son las nubes: al tocarlas se deshacen.

Los sueños tienen una propiedad inasible. Son de la materia de la que imagino son las nubes: al tocarlas se deshacen

Qué difícil es estar con alguien por tantos años. Hay algo que se va y no regresa.

la voz fijada por la escritura tiene sobrevida, porque a través del lenguaje se perpetúa).

Su forma de estar en el mundo me despertaba algo parecido a la envidia.

lo que soñábamos, que es distinto de lo que esperábamos. Sabíamos medir los significados, a veces tan transparentes que preferíamos callarlos y mantenerlos secretos, como la noche antes de salir a Acapulco, cuando soñé que un bebé muy pequeño, rosado, de cabeza deforme, se me caía una y otra vez de los brazos.

“Quiero seguir viviendo, aún después de morir”, 4 de abril de 1944.

Los patos salen del agua y caminan por el césped. Cerca de mí, a la sombra de un árbol, dos hombres y una mujer beben cerveza, o quizás la cerveza ya se terminó y ellos se han quedado ahí, aletargados, intentando absorber los últimos rayos del sol. Veo el pasto moverse, el viento que eriza el agua… Estas vacaciones, lejos de todo, han rozado la felicidad perdida. O al menos la libertad.

La habitación no tiene vista al canal sino a un jardín interior que conecta los dos cuerpos del edificio. Quisiera mirar los barquitos que pasan desde aquí, mientras escribo. Quisiera quedarme quieta otro rato.