Fíjate en ese hombre. Espera, no mires ahora, gírate hacia mí, sigamos charlando. Si mirase hacia aquí podría verme y no quiero que me salude... Ahora sí, ya puedes mirar. ¿Ese bajito y rollizo del abrigo con cuello de garduña? No, qué dices. Es el alto y pálido, el del abrigo negro que está hablando con la dependienta rubia y delgada. Le están envolviendo naranja escarchada. Qué curioso, a mí nunca me compró naranja escarchada.