Este libro es un monumento a la rabia y la risa. Instigado por Hugh Hefner (que iría publicando cada entrega en la revista Playboy), Lenny Bruce escribió su autobiografía entre 1963 y 1965, cuando un sonoro juicio por obscenidad y la implacable persecución de los virtuosos ya lo habían convertido en el paria más célebre de Estados Unidos. Fue su último cartucho para ajustar cuentas con los guardianes del orden que lo había acosado desde los inicios de su carrera. Las palabras de Albert Goldman sobre una de sus grandes actuaciones describen cabalmente estas páginas: «Agarró el micrófono como si fuera el saxo de Charlie Parker y empezó a emitir todo lo que le acudía a la cabeza sin censuras ni mediaciones. Era un puro cerebro que enviaba ondas mentales a los hombres y mujeres allí sentados. Emitía y emitía hasta alcanzar la clarividencia».