A pesar de todos los reparos, el método fenomenológico (“todavía incipiente” según Jaspers), tiene el gran mérito de haber profundizado en lo que parecía ser el principal rasgo distintivo de la mayoría de los psiquiatras clásicos: no buscar en el enfermo lo que dice un libro (alguna teoría causal), sino leer el enfermo como si fuera un libro, para luego, a partir de esa lectura, hacerse preguntas que guíen la investigación en dominios empíricos particulares.