Pocos viajes de exploración han sido tan decisivos para el pensamiento moderno como el que hizo un veinteañero Charles Darwin en el Beagle al mando del capitán Fitzroy, entre 1832 y 1836. La periodista y magíster en historia Claudia Urzúa reconstruye sin tecnicismos los momentos más interesantes de la travesía: un terremoto de magnitud 8,5 que dejó Concepción por los suelos, fósiles marinos en el cerro La Campana, las condiciones laborales de los mineros y los inquilinos, su relación incipiente con Jemmy Button y la inteligencia de los fueguinos, la majestuosidad de la naturaleza y los contrastes de una sociedad apenas desperezándose del “vasallaje feudal”. Una lectura esclarecedora y un viaje que sería decisivo para postular la teoría de la evolución. Claudia Urzúa reconstruye los veinte meses que el inglés viajó por Chile, del Cabo de Hornos al desierto de Atacama. Darwin no solo realizó un recorrido profundo y minucioso de su geografía, también se codeó con la gente. “En Santiago, Valparaíso y Coquimbo fue recibido en los salones de la alta sociedad de la época. En los caminos, conoció la pobreza de los campesinos y la sacrificada vida de los mineros, así como las diferencias y desigualdades entre empleados y patrones”. Además, la autora pone de relieve la destreza y sensibilidad narrativa del joven cronista, que ya parecía un escritor consumado.