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Rashid Khalidi

Palestina

  • Camila Sanchezhas quoted4 months ago
    El sionismo es una empresa colonizadora y, como tal, depende íntegramente de la cuestión de las fuerzas armadas».
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    En cualquier caso, el resultado sería el mismo: se notificaba a los palestinos que la perspectiva de un futuro independiente en su patria se había cerrado y que la empresa colonial israelí tenía las manos libres para modelar Palestina como quisiera.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    Con la creación del Estado de Israel, el sionismo logró dar forma a un potente movimiento nacional y posibilitar el surgimiento de un nuevo y floreciente pueblo en Palestina. Pero no pudo suplantar por completo a la población originaria del país, que es justamente lo que habría hecho falta para el triunfo final del sionismo. Históricamente, todos los enfrentamientos entre la ocupación colonial y las poblaciones autóctonas solo han terminado de una de estas tres formas: con la eliminación o el pleno sometimiento de la población autóctona, como en Norteamérica; con la derrota y expulsión del colonizador, como en Argelia, un caso extremadamente raro; o con el abandono de la supremacía colonial en el contexto de la negociación y la reconciliación, como en Sudáfrica, Zimbabue e Irlanda.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    Durante décadas, Estados Unidos ha adoptado una actitud ambivalente, defendiendo de boquilla la existencia de los palestinos al tiempo que intentaba borrarlos del mapa de Oriente Próximo. La disposición que preveía la creación de un Estado árabe en la resolución de partición de 1947 (por más que nunca llegara a implementarse), la mención que hiciera Jimmy Carter de una «patria» palestina y el apoyo teórico al proyecto de un Estado palestino desde la administración Clinton a la de Obama constituyen todos ellos ejemplos de esa defensa de boquilla. Mucho más numerosos son los casos de exclusión y ninguneo de los palestinos por parte de Estados Unidos: el respaldo de Lyndon Johnson a la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU; la marginación de la OLP y la guerra encubierta contra ella en la época de Kissinger, en las décadas de 1960 y 1970; los acuerdos de Camp David de 1978; el visto bueno de la administración Reagan a la guerra de 1982 en el Líbano, o la falta de voluntad de los diversos presidentes estadounidenses, desde Johnson hasta Obama, para poner fin a la usurpación y la colonización israelí del territorio palestino.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    En 1917, Arthur James Balfour declaró que en Palestina el Gobierno británico no tenía «siquiera la intención de pasar por el formulismo de consultar los deseos de los actuales habitantes del país». Las grandes potencias —siguió diciendo— estaban comprometidas con el sionismo, «y el sionismo, sea acertado o equivocado, bueno o malo, está arraigado en tradiciones seculares, en necesidades presentes, en esperanzas futuras, de una importancia mucho más profunda que los deseos y prejuicios de los setecientos mil árabes que hoy habitan esa antigua tierra».[442] Cien años después, Donald Trump reconocía a Jerusalén como capital de Israel, afirmando: «Hemos dejado a Jerusalén fuera de discusión, así que no tenemos que volver a hablar de ello». Asimismo, el presidente estadounidense le dijo a Benjamín Netanyahu: «Has ganado un punto, y cederás algunos puntos más adelante en la negociación, si es que alguna vez se lleva a cabo. Aunque no sé si alguna vez se llevará a cabo».[443] De ese modo se despojó de un plumazo a los palestinos del que constituía el elemento central de su historia, su identidad, su cultura y su religión sin llegar a aparentar siquiera que se consultaban sus deseos.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    Si la erradicación de la población autóctona no constituye un resultado probable en Palestina, ¿qué hay de la opción de desmantelar la supremacía del colonizador para posibilitar una auténtica reconciliación? La ventaja de la que ha disfrutado Israel para mantener su proyecto reside en el hecho de que en Palestina la naturaleza básicamente colonial del enfrentamiento ha pasado inadvertida a ojos de la mayoría de los estadounidenses, así como de muchos europeos. Israel les parece un Estado-nación tan normal como cualquier otro, enfrentado a la hostilidad irracional de unos musulmanes intransigentes y a menudo antisemitas (que es como muchos ven a los palestinos, incluso a los cristianos que viven entre ellos). La difusión de esta imagen constituye uno de los mayores logros del sionismo y resulta vital para su supervivencia. Como decía Edward Said, el sionismo triunfó, en parte, porque «ganó la batalla política en torno a Palestina en el ámbito internacional en el que las ideas, la representación, la retórica y las imágenes estaban en juego».[446] Esto sigue siendo cierto en gran medida aún hoy. Desmantelar esa falacia y evidenciar la auténtica naturaleza del conflicto es un paso necesario si se pretende que los palestinos y los israelíes realicen la transición a un futuro poscolonial en el que un pueblo no utilice el apoyo externo para oprimir y suplantar al otro.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    Por último, erradicar la desigualdad sistémica inherente al sionismo resulta esencial para crear un futuro mejor para ambos pueblos, palestinos e israelíes. Cualquier fórmula propuesta como resolución del conflicto fracasará necesaria e inevitablemente si no se basa plenamente en el principio de igualdad. La igualdad absoluta en materia de derechos humanos, personales, civiles, políticos y nacionales debe consagrarse en cualquier proyecto futuro que se pretenda que en última instancia acaben aceptando ambas sociedades. Esta puede parecer una recomendación altisonante, pero ninguna otra abordará el núcleo del problema ni será sostenible y duradera.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    Establecer la naturaleza colonial del conflicto ha resultado en este caso extremadamente difícil dada la dimensión bíblica del sionismo, que presenta a los recién llegados como la auténtica población autóctona y como los propietarios históricos de la tierra que han colonizado. Bajo esta luz, la población original de Palestina aparece como un elemento ajeno al resurgimiento, tras el Holocausto, de un Estado-nación judío que hunde sus raíces nada menos que en el reino de David y de Salomón: en este noble y elevado escenario los palestinos no son más que unos indeseables intrusos. Poner en cuestión este mito épico es una tarea que resulta especialmente difícil en un país como Estados Unidos, empapado de un protestantismo evangélico que lo hace especialmente susceptible a tan evocador atractivo bíblico y también orgulloso de su pasado colonial. Hay que señalar que en Estados Unidos el término colonial tiene connotaciones profundamente distintas de las que lleva aparejadas en las antiguas metrópolis imperiales europeas y los países que antaño formaron parte de sus imperios.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    Ya se han producido otros traslados forzosos de población con criterios étnicos o religiosos en el vecino Irak tras su invasión por Estados Unidos y en Siria desde que el país se sumiera en la guerra y el caos. En 2017 el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informaba de que el número de refugiados y desplazados en todo el mundo había alcanzado la cifra récord de 68 millones de personas. Con este horrible telón de fondo regional y planetario, que apenas suscita inquietud en el ámbito internacional, no parece que haya muchos elementos que puedan impedir a Israel llevar a cabo ese tipo de acción. Sin embargo, la encarnizada lucha que emprenderían los palestinos contra su expulsión, la intensa atención internacional que suscitaría el conflicto y la creciente difusión del relato palestino mitigan esa perspectiva.
  • Victor Avilés Velazquezhas quoted11 hours ago
    También los palestinos deben alejarse de otro pernicioso error, que hunde sus raíces en la naturaleza colonial de su relación con el sionismo y en la negación de este de la existencia del pueblo palestino: el de creer que los israelíes judíos no son un pueblo «real» y no tienen derechos nacionales. Si bien es cierto que el sionismo ha transmutado la religión judía y la condición histórica de los judíos como pueblo en algo completamente distinto —un nacionalismo moderno—, eso no elimina el hecho de que actualmente los judíos israelíes se consideran un pueblo con un sentimiento de pertenencia nacional a Palestina, a lo que para ellos es la Tierra de Israel, independientemente de cómo se haya producido esa transmutación. También los actuales palestinos se consideran un pueblo con vínculos nacionales con la que de hecho es su patria ancestral, por razones tan arbitrarias y coyunturales como las que guiaron al sionismo o tan arbitrarias como cualquiera de las razones que llevaron al surgimiento de montones de movimientos nacionales modernos. Esta conclusión sobre el carácter de constructo de todas las entidades nacionales, que enfurece a los apóstoles del nacionalismo, resulta evidente para quienes han estudiado su génesis en un sinnúmero de circunstancias distintas.[455]
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