Los investigadores querían saber si, proporcionando una cantidad determinada de T, se aumentaría la agresividad de los hombres con receptores de andrógenos relativamente eficaces. Por eso dieron un elixir bucal a los sujetos para que se enjuagaran, y luego extrajeron el ADN del líquido escupido.
La cadena de ADN que comprende cada gen del receptor de andrógenos esconde algo llamado «repetición del triplete CAG», un segmento de letras C+A+G que se repite entre ocho y treinta y siete veces. Cuantas menos repeticiones hay, más eficiente es el receptor; y cuantas más hay, menos eficiente es. En principio, las personas más receptivas a una dosis de T deberían ser las que tienen menos repeticiones del triplete CAG en su gen del receptor de andrógenos.
La longitud de esa repetición parece estar vinculada a muchas cosas: las probabilidades de contraer cáncer de próstata (hay más si se tienen menos repeticiones), el desenlace del embarazo (los abortos espontáneos son más probables si hay menos repeticiones) e incluso el propio origen étnico.