Como en una postal, una familia se mece en las hamacas de una plaza de San Miguel. Lo que llama la atención al escritor Simón León no es que una mujer, un hombre y un niño hayan decidido salir al aire libre en el frío del 9 de julio, sino que están inmóviles, estáticos. Muertos. Asesinados.
Decidido a escribir una novela sobre el tema, Simón León se ve envuelto en un vínculo que no quiere pero del que no puede escapar con el detective Jeremías Gillette Jeremías. A cambio de que lo ayude en la investigación que pone nerviosa a la Bonaerense, Jeremías Jeremías aportará la información para que el escritor cuente la historia.
Parece simple, pero nada lo es. El trato se vuelve una pesadilla con un Gillette cuyos métodos difieren de los tradicionales, carente de sensibilidad alguna, con el único objetivo de resolver el misterio, aunque no para hacer justicia, sino por la satisfacción de sentirse infalible.
Negro, duro, del conurbano, por el policial Todo queda en familia van a pasar redes de prostitución, revendedores de autopartes, hermanos gemelos, conventos, infidelidades y una resolución que lejos está de poner las cosas en orden.
Ezequiel Dellutri ha inventado un personaje literario y carnal a la vez con Gillette: irónico, obsesivo, tenaz, anómico, cruel; y se ha revelado como una de las nuevas voces del policial en la Argentina.