Los romanos han confesado que la virtud militar se había apagado entre ellos a medida que empezaron a reconocerse en cuadros, en grabados, en jarrones de orfebrería y a cultivar las bellas artes; y como si esta comarca célebre estuviera destinada siempre a servir de ejemplo a los demás pueblos, la elevación de los Médicis y el restablecimiento de las letras han hecho sucumbir de nuevo y quizá para siempre aquella reputación guerrera que parecía haber recuperado Italia desde hacía algunos siglos