Almas gemelas:
“—Eras sumamente bonita y humilde cuando decidí casarme contigo —añadió él, lentamente, con el cigarro apagado en las comisuras de los labios—. Me he sentido feliz comiendo con los dedos un trozo de carne, desabrochada la camisa, despeinado el cabello, teniéndote bonita y dulce enfrente de mí. Yo perteneceré a otras damas, tú serás halagada por otros caballeros… Tendrás la vida que quieres, Yani. Nunca he sido un miserable. Creí que eras feliz en este ambiente íntimo y familiar. Creí que te bastaba mi amor.
—¡Walter!”