París, década de 1840. Pedir prestado, no pagar deudas, irse a la cama sin cenar (o cenar sin irse a la cama), almorzar dos días seguidos, quemar ma-nuscritos o lienzos en una chimenea sin leña, huir del casero y de los agentes judiciales, fabricar un palacio con un telón de teatro, conseguir diez francos para comprarle un ramo de violetas a una mujer (que las lucirá con otro)? estar, en fin, «de continuo por debajo del ecuador de la necesidad» es un tipo de vida que únicamente los bohemios saben convertir no sólo en arte sino en «una obra genial». Desde que se publicaron por entregas en Le Corsaire entre 1845 y 1849, las Escenas de la vida bohemia de Henry Murger, con un fondo autobiográfico que se transmite con una lucidez e intensidad apabullantes, no han dejado de fascinar a las generaciones. En el siglo XIX dieron pie a dos óperas ?la celebérrima La bohème de Puccini y otra menos conocida de Leoncavallo? y en el XX han sido aún capaces de inspirar un musical como Rent o una película de Aki Kaurismaki. El encanto de esta obra, realmente hilarante, documento de una «existencia accidentada y fantasiosa», parece no agotarse, quizá porque como nunca se ha ilustrado con tanta perspicacia e ingenio el «problema diario» de la vida y las «matemáticas audaces» que se necesitan para resolverlo. Henry Murger nació en París en 1822, hijo de un sastre. A los trece años interrumpió sus estudios para trabajar de recadero para un notario. Pronto se iniciaría en la vida bohemia al lado de fotógrafos como Nadar y un grupo de escritores y pintores. En 1839 se convirtió en secretario del diplomático ruso conde Tolstói. A partir de 1843, habiendo conocido a Baudelaire, a Gautier y a Courbet, entre otros, empieza a colaborar en revistas literarias. En 1845 Le Corsaire publica la primera entrega de las Escenas de la vida bohemia, cuya publicación se prolongará hasta 1849. Durante la revolución de 1848 tomó partido contra los republicanos e informó sobre éstos al conde Tolstói. En 1851 las Escenas aparecieron en forma de libro y desde entonces nunca dejarían de reeditarse. El propio Murger había hecho ya una adaptación teatral en 1849, y siguió probando fortuna en las tablas con obras como Bonhomme Jadis (1852) o Serment d?Horace (1860). Escribió asimismo poesía (Ballades et Fantaisies, 1854) y en su obra narrativa destacan Scènes de la vie de jeunesse (1851), Roman de toutes les femmes, (1854) y Vacances de Camille (1857). Murió en París en 1861. Según la leyenda sus últimas palabras fueron: «¡Basta de música! ¡Basta de ruido! ¡Basta de bohemia!».